Simón Rodríguez. 1769-1854

Simón Rodríguez, maestro de América y pionero de la educación en Chile

El venezolano Simón Rodríguez es mundialmente conocido como el maestro de Bolívar. Pero este importante latinoamericano es mucho más… Científico, filósofo, viajero incansable, escritor de obras de gran valor histórico y sociológico y creador de una pedagogía para formar ciudadanos libres y vivir en Repúblicas.

 Eduardo Galeano, escritor uruguayo, señaló: “Pocos saben de él… Pero él fue el pensador más audaz de su tiempo en nuestras tierras, y un siglo y medio después sus palabras y sus actos parecen de la semana pasada.” (1992: 50).

 

Inicios como educador

Nace en Caracas un 28 de Octubre de 1769. Para hacernos una idea es 9 años mayor que nuestro libertador Bernardo O'Higgins.

Jovencito, con 20 años, ya es uno de los primeros maestros de Venezuela. Tiene por alumno al niño Simón Bolívar de quién llega a ser su tutor personal. Junto al adolescente Andrés Bello educa a Bolívar en medio de la naturaleza, pasean por el bosque, leen y debaten bajo los árboles sobre temas científicos, morales y sociales. Simón Bolívar jamás olvidaría lo aprendido junto a su Maestro llegando a decir que todo lo que él logró se lo debía a él a quien llamó el "Sócrates de América",y a quién le diría un día: "Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso…". 

Debido a que Rodríguez participa de los primeros movimientos independentistas de su país, debe partir al exilio bajo el seudónimo de Samuel Robinson. Y en su largo periplo, funda escuelas en todo el mundo, enseñando a cuanto niño llegara a su cuidado, en especial a los más pobres y vulnerables.

 

Estudia a fondo el pensamiento de Jean Jacques Rousseau y aplica sus fundamentos como nadie lo había hecho, dejando salir lo mejor del interior de los niños, sin imponer conocimientos y respetando su sagrada libertad. Además, conoce desde dentro las escuelas dirigidas por el más famoso educador de la historia, Johann Heinrich Pestalozzi. Curiosamente, estas dos figuras: Rousseau y Pestalozzi serían, cien años después, la inspiración para que la doctora María Montessori creara las llamadas “Casas de los Niños” y su metodología.

En Europa, Rodríguez se reencuentra con su discípulo Bolívar. Allí recuerdan sus momentos de enseñanza y realizan juntos el histórico Juramento del Monte Sacro, donde Bolívar promete no descansar hasta libertar América.

Su labor en Chile y en América

Luego de años, Simón Rodríguez regresa a América y, tras llevar adelante importantes progresos pedagógicos en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, llega al fin a nuestro hermoso Chile, en 1833, invitado por el Intendente de Concepción, con el objetivo de dirigir la Escuela Básica de la región.

Allí da clases durante unos años, aplicando todos sus preceptos, uniendo a niñas con niños, a ricos y pobres, indios y blancos, incluso adultos con niños. Los niños de Chile disfrutan de su metodología de educación en libertad, de observación y respeto a la naturaleza y de la formación como futuros ciudadanos libres que dieran forma a la nuevas Repúblicas.

Aquí trabaja incansablemente, sin que nadie le impida aplicar sus avanzados ideales pedagógicos. Pero, por alguna razón, la naturaleza decide que siguiera su camino en otros territorios. Un fuerte terremoto azota la ciudad de Concepción, en 1835, y la Escuela que él dirige queda destruida.

El Intendente pide a Rodríguez, junto con el famoso naturalista Charles Darwin, se encargaran de hacer el catastro de daños. Rodríguez va más allá de lo solicitado y recomienda un plan de construcción preventiva para futuros desastres, además de prevenir los peligros de arrasar con el bosque nativo para sembrar plantaciones forestales. ¡Qué visionario! ¡Ojalá hubiese sido escuchado!

Luego de esto, desaparece... Vive retirado durante unos años en el campo, entre bosques y montañas en las cercanías de Chillán. Hace familia junto a una mujer Mapuche y tienen varios hijos, a los cuales pone nombres como "Choclo y Zanahoria", propio de su personalidad libre en una época como campesino, labrador y maestro.

En medio de ese mundo rural, sigue enseñando a niños y adultos analfabetos, y no sólo letras y números, sino también técnica y oficios. Sus Escuelas son también Talleres -concepto que usaría más tarde María Montessori para referirse al enfoque que debía tener el nivel de 6 a 12 años-. Y en ellas enseña, además de conocimientos culturales, a fabricar ladrillos, puertas, velas y cuánto permitiera a esos pequeños ciudadanos ser hombres y mujeres libres, emprendedores e independientes.

En Santiago y Valparaíso

Luego de su estancia en el campo, Rodríguez viaja a Santiago, una ciudad aristocrática donde se reencuentra con otro antiguo discípulo: Andrés Bello. Bello fue su alumno aventajado en Caracas. ¡Inmensa la capacidad de este educador! Si uno de sus alumnos se convirtió en el libertador de América, este otro llegaría a ser el más importante legislador del continente, fundador de la Universidad de Chile, poeta y político de envergadura.

Andrés Bello, en pleno apogeo de su carrera, recibe al viejo Simón Rodríguez en su casa en Santiago. Imagínense a este hombre serio y formal, como era Bello, prestigioso diputado y rector de la Universidad más importante del cono Sur, de pronto vuelve a convertirse en niño. Recostado sobre la alfombra de su casa, con el rostro sobre sobre su mano y con lágrimas en los ojos, escucha feliz a su maestro, quien vuelve para contarle sus historias y aventuras, sus viajes por Europa y el sur de Chile. Bello no lo resiste y le invita a quedarse en Santiago, pero Rodríguez tiene alas y parte con nuevo rumbo.

Llega a Valparaíso, donde vive muy humilde, casi olvidado, en una casona vieja en la cual decide abrir una Escuela-Taller que, además de impartir luces y virtudes, enseña a fabricar velas. Allí publicaría sus obras en El Mercurio, de Valparaíso. Sería esta su última estancia en Chile, para partir a un nuevo destino, en el año 1840.

Finalmente, pasaría sus últimos años en Perú, donde pese a recibir invitación de distintos países europeos para ir a aplicar su pedagogía en el viejo continente, decide quedarse a morir en su amada América. 

Dejó una huella imborrable por donde pasó y, muy especialmente, en nuestro país. Aunque ignorado y olvidado, su pensamiento y su legado siguen vivos, y hoy lo rescatamos para el bien de nuestros niños. Como gran filósofo, científico y político podría haber dedicado su vida a otras labores más rentables, pero su vocación era clara: "podría haber hecho lo que quisiese en mi vida, pero decidí ser educador".

Pensamiento educativo

Dentro del pensamiento educativo de Simón Rodríguez podemos rescatar mucho, pero para que te hagas una idea dejamos algunas de los más importantes:
“De los adultos no puedes esperar nada, de los jóvenes poco, pero de los niños todo"
"Enseñen a los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el porqué de lo que se les mande a hacer, se acostumbren a obedecer a la razón y no a la autoridad ni a la costumbre"
"Maestro es el que sabe enseñar, el que enseña a aprender, no el que ordena aprender, ni el que indica qué aprender"

Honor y gratitud al Maestro de América, héroe que luchó por los Niños del mundo, hombre libre y hacedor de hombres y mujeres libres: Simón Rodríguez Carreño.

Por: Matías Sagredo Z.

Director
Casa Escuela Simón Rodríguez


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